Desde lo más profundo del interior santiagueño, específicamente de Estación Zanjón, surge Los de Alico, un dúo de música folclórica que lleva con orgullo el nombre y la esencia de su tierra. Su historia está marcada por la identidad rural, las tradiciones familiares y la fuerte conexión con sus raíces.
Estación zanjón es una comunidad ubicada a unos tres kilómetros al oeste de la Ruta 9, en cercanías de Villa Zanjón, también conocida como comunidad Zanjón, donde la vida gira en torno a costumbres simples, al calor del encuentro y al eco del folclore. Este pequeño paraje nació con la llegada del ferrocarril, hecho que dio nombre a la estación y, con el tiempo, identidad a sus habitantes.
Los integrantes del dúo no provienen de una familia con músicos profesionales, pero sí de un entorno en el que la música estaba siempre presente, especialmente en las tradicionales tabeadas, reuniones sociales que se realizaban en las cantinas de la zona. Uno de esos espacios era el salón de baile del conocido Chonga López, epicentro de celebraciones como los carnavales o las fiestas de fin de año. Allí, el padre de los músicos apodado Alico por los mayores y el Tata por los más jóvenes solía ser una figura central en los fines de semana.
Fue en ese contexto, en medio de guitarras improvisadas y zapateos espontáneos, donde los hijos de Alico crecieron. Aunque su padre no era músico profesional, su fuerte presencia y carisma en la comunidad marcaron profundamente a la familia. Tanto fue así que, con el tiempo, la gente del pueblo comenzó a reconocer a los jóvenes como “los changos de Alico”, y de allí surgió el nombre artístico del dúo.
Los de Alico llevan hoy ese apodo como bandera. En sus voces y guitarras resuena no solo el canto del folclore tradicional, sino también la historia de un pueblo, el recuerdo de un padre querido y la identidad de una región que vibra al ritmo del folklore tradicional.
Desde muy joven, cuenta Mario, uno de los integrantes del dúo, encontró en la guitarra un refugio y un modo de expresión. “Empecé a los 9 años más o menos, escuchándolo tocar a una persona muy querida, el Cochi jugo, que solía visitar mi casa con frecuencia. Me quedaba mirándolo, tratando de seguirle los acordes”, recuerda con emoción. Por aquellos años, en plena efervescencia de los festivales de canciones cristianas, el interés por la música comenzó a hacerse más fuerte.
La influencia de su entorno fue fundamental, pero también buscó perfeccionarse;“Quería aprender más y fue entonces cuando conocí al profesor Agustín Umbides, con quien empecé a practicar y a pulir mi técnica”. Poco después, su recorrido musical dio un giro cuando, junto a un grupo de amigos, formó su primer conjunto folclórico. “Ahí conocí a Pedro Navarrete y formamos el dúo Shunco, y más adelante Las Sombras Azules Hoy, donde compartí escenario con músicos como Carlito Navarro y Tatí Montes. Fue una etapa muy linda, llena de aprendizajes y experiencias”, cuenta.
El nacimiento del dúo Los de Alico también tiene su historia, marcada por la sorpresa y la espontaneidad. “La incorporación de Nelson, mi hermano, fue inesperada”, confiesa Mario. “Yo no lo veía metido en la música. Pero un día me llamó y me dijo: ‘Che, me compré un bombo’. Justo yo iba a tocar en un supermercado, donde hacían peñas al aire libre, y necesitaba un bombista. Le pregunté si se animaba y me dijo que sí. Ahí debutó.”
Desde aquel momento, Mario y Nelson comenzaron a construir un camino musical juntos, enraizado en la memoria de su padre, el Tata Alico, y en la identidad del interior santiagueño. Su estilo, sencillo pero profundo, rinde homenaje a las tradiciones del pueblo, con el bombo legüero y la guitarra como protagonistas de un canto que sigue creciendo desde Estación Zanjón hacia toda la provincia.