Este jueves lndec dará a conocer el índice del primer semestre del año, que se espera muy crítico según estimaciones previas. La indigencia también subiría y quedaría por debajo del 20 por ciento.
El impacto de la recesión, la pérdida de puestos de trabajo en el sector privado formal e informal y la caída del poder de compra del salario por la escalada inflacionaria de los primeros meses del año quedarán reflejados este jueves en el índice de pobreza y de indigencia que dará a conocer el Indec, un número crítico sobre el estado de las condiciones sociales en la Argentina y que, se espera, tuvo un salto muy marcado a lo largo del primer semestre del año.
El 2023 había finalizado con una tasa de pobreza de 41,7%, lo que implicaba unos 19,4 millones de personas sin tener la canasta básica total cubierta con sus ingresos del hogar, mientras que de ese total, la indigencia, es decir aquellas familias que ni siquiera tienen asegurado el dinero suficiente todos los meses para adquirir lo mínimo alimentario, alcanzó a casi 12% de la sociedad.
Más allá del declive sostenido del año pasado -y de los últimos años, ya que la tasa de pobreza era de 25,7% en 2017-, sobre el cierre del 2023 había tenido lugar un impacto adicional en las condiciones de vida de la población por las medidas iniciales del gobierno de Javier Milei, que propició una devaluación del tipo de cambio y la liberación de precios reprimidos, que hizo que la inflación en diciembre fuera de 25,5 por ciento.
El primer semestre del año fue atravesado por esa escalada inicial de la inflación de los primeros meses del año, hasta un ritmo de suba de precios que se asentó en el orden del 4% mensual desde mayo. Hubo, en paralelo, una caída marcada del poder de compra de los salarios, que también comenzó a recuperar terreno en la medida en que desaceleraba el índice de precios, aunque no llegó a compensar enteramente lo perdido en el último año.
Pero el impacto más “novedoso” como efecto de la recesión fue el que está relacionado con el mercado laboral, un indicador que, aún con un deterioro persistente en el poder adquisitivo, se mantenía con tasas de desempleo mínimas en los últimos años. En el primer trimestre, la incidencia de la desocupación fue del 7,7% (una suba de dos puntos porcentuales respecto al cierre de 2023 y de 0,8 puntos en comparación con el mismo trimestre del año anterior); y de 7,6% en el segundo, una desmejora interanual de 1,2 puntos.
Tomando en cuenta el tamaño total de la población, se deduce que hay 1.625.000 desocupados en el país, lo que representa un aumento de 336.000 personas en la comparación interanual. Si se comparan los resultados de la EPH del primer trimestre del año con los datos del segundo, se observa que el empleo registrado perdió 60.400 trabajadores, mientras que el empleo en negro sumó a 328.300 personas. Esto da la pauta de un mercado laboral con puestos de empleo de menor calidad.
Las estimaciones previas realizadas por el sector privado anticipan una fuerte suba respecto a aquel 41,7% con que cerró el 2023. Para la Universidad Católica Argentina, la tasa de pobreza habría alcanzado al 52% de la población y la indigencia al 17,9% en el primer semestre, según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social Argentina de esa institución. Representarían, así, los valores más altos desde 2004.
A esa cifra se llegaría por el promedio que surge entre el primer trimestre (cuando el 54,9% de los argentinos se encontraba bajo la línea de pobreza y el 20,3% era indigente) y el segundo, período en el cual los indicadores llegaron al 49,4% y 15,9%, respectivamente. La ODSA llegó a esta conclusión mediante el procesamiento de microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del organismos estadístico oficial de los primeros 3 meses del año.
En paralelo, una encuesta de UNICEF sobre la Situación de la Niñez y Adolescencia a nivel nacional, cuyos resultados abarcan hasta mayo de 2024, los ingresos del 48% de los hogares argentinos no alcanzan para cubrir los gastos mensuales corrientes. Esto significa un aumento de 7 puntos más con respecto al año anterior y de 15 si se compara con 2022. Además, el relevamiento indica que un millón de niños se va a dormir sin cenar. Y entre las personas adultas, esta situación es aún más crítica: 4,5 millones tuvieron que saltearse una comida.
La Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) desarrolló un estimador de anticipación de la tasa de pobreza, que para el caso del semestre enero-junio dio como resultado un promedio de 51,2 por ciento. Con datos actualizados al semestre marzo-agosto, el indicador “estima una tasa de pobreza de 49,3%”, indicaron en un informe reciente. Esto indicaría que el primer trimestre del 2024 habría representado el pico de pobreza e indigencia y, desde ese momento, la cifra habría iniciado un retroceso.
“La incidencia proyectada se puede descomponer mecánicamente es un promedio ponderado de una tasa de pobreza de 54,0% para el mes de marzo de 2024, 48,9% para el segundo trimestre y de 47,6% para el bimestre julio-agosto de 2024″, estimó el autor de esa medición, el economista Martín González Rozada.
El economista del Cedlas especializado en la materia, Leopoldo Tornarolli, había anticipado un número cercano o incluso superior al 55 por ciento. “Para que la pobreza del primer semestre sea de 55%, deberíamos tener una situación donde, una vez neteados los aguinaldos, la pobreza haya caído unos 4 puntos entre el primer y el segundo trimestre. Esta es, de por sí, una mejora sustancial. ¿Puede ocurrir? Sí, pero no es seguro”, apuntó, en una publicación en sus redes sociales.
La pérdida de poder de compra de los salarios informales (los más expuestos a la pobreza) son de difícil medición, aunque el Indec realiza un informe sobre salarios amplio que los contempla pero con un rezago en la información de unos cinco meses. El último dato muestra que los salarios informales están 57 puntos porcentuales por debajo del ritmo de inflación.
Y por otra parte, la información más reciente de Secretaría de Trabajo muestra que se perdieron 136.000 puestos de trabajo asalariados registrados del sector privado (los que tienen mejores condiciones de trabajo y mejores salarios). La estimación de la cantidad de empleos en negro perdidos es solo conjetural, pero habrían sido de unos 530 mil al primer trimestre del año.
La marcada suba esperada en la pobreza y la indigencia pondrá de manifiesto el fuerte impacto que tuvo en la sociedad los primeros meses del plan de gobierno de Javier Milei y también chocará de frente con uno de los preceptos que suele sostener el Gobierno sobre que, a pesar de haber llevado adelante el denominado “ajuste más grande de la historia de la humanidad”, los sectores más vulnerables fueron protegidos por medidas especiales para ese sector.
El Gobierno aumentó el monto de las transferencias de AUH y de Tarjeta Alimentar por encima del ritmo de la inflación, pero los números preliminares parecen indicar que fue insuficiente para evitar un empeoramiento en las condiciones de vida.