Desde el corazón del monte santiagueño, en la localidad de Los Cardenales, departamento Copo, Silvina Mansilla impulsó un emprendimiento apícola con raíces profundamente familiares y una fuerte apuesta a la tecnificación y el conocimiento. Se trata de Colmenar La Delicia, un proyecto que nació en el seno de su familia y que hoy avanza con pasos firmes gracias a la formación profesional y al amor por las abejas.
Silvina cuenta en diálogo con El Interior Santiagueño que se formó en la reconocida escuela Fidela Smith, cuna de numerosos profesionales del rubro. Actualmente, continúa su especialización en la Tecnicatura Universitaria en Apicultura que se dicta en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE).
“Mi familia siempre estuvo vinculada a la apicultura, pero de una manera muy tradicional. Mis abuelos y mis tíos extraían la miel directamente del monte, cortando árboles o recolectando panales”, explica Silvina. Ese vínculo inicial fue mutando con el tiempo. El interés despertado por un primo que estudió en una escuela agrotécnica en Santiago del Estero encendió en ella la curiosidad por esta actividad. “Empecé a mirar sus textos, a preguntarme más, y un día decidí seguir sus pasos. Una vez que uno entra al mundo de las abejas, no hay vuelta atrás: es apasionante”, confiesa.
El conocimiento técnico transformó por completo la manera en que su familia se relaciona con la apicultura. Dejaron atrás la extracción improvisada para dar paso a un proceso tecnificado: la instalación de colmenas, el cuidado continuo a lo largo del año y una producción que no se limita solo a la miel, sino que también incluye material vivo.
“Gracias a esta formación hemos podido cambiar la lógica de trabajo. Ahora planificamos, cuidamos nuestras abejas y proyectamos una producción sostenible, con el objetivo de crecer y seguir aprendiendo”, cuenta Silvina, quien con esfuerzo y compromiso ha convertido a Colmenar La Delicia en un ejemplo de cómo la tradición y la ciencia pueden ir de la mano en el desarrollo local.
La apicultura, una alternativa sostenible y productiva para el interior santiagueño
La apicultura se presenta como una de las principales fortalezas productivas del interior de Santiago del Estero. No solo representa una estrategia económica viable, sino que también constituye una herramienta clave para el cuidado del ambiente y la diversificación del trabajo en zonas rurales.
Desde el departamento Copo, Silvina Mansilla, destaca el valor integral de esta actividad: “La apicultura no solo es una salida económica, sino que también permite mantener la sostenibilidad dentro del campo y nos abre la posibilidad de generar otro tipo de producciones complementarias”, señala.
En un contexto donde muchas familias del norte santiagueño dependen de actividades extractivas como la tala de árboles o la producción de carbón, la apicultura surge como una alternativa sustentable que promueve el arraigo, el conocimiento técnico y el trabajo digno. Además, al tratarse de una actividad que puede desarrollarse a nivel familiar, se convierte en una fuente concreta de ingresos tanto para las economías regionales como para las domésticas.
“En mi zona, muchos jóvenes no encuentran otras opciones más que trabajar en la tala. Por eso, este tipo de iniciativas pueden transformar esa realidad, ofreciendo una manera diferente de generar recursos sin dañar el ambiente y con un enorme potencial a futuro”, explica Silvina.
La producción apícola permite así abrir nuevas puertas en el campo, impulsando el desarrollo local, promoviendo el trabajo joven y cuidando los recursos naturales que forman parte de la identidad del monte santiagueño.
El desafío de los pequeños apicultores ante un mercado dominado por grandes exportadores
En el mercado apícola, se da una situación particular: los pequeños productores son quienes generan la mayor parte de la producción, pero son las grandes empresas las que concentran las exportaciones. Esta desigualdad ha impulsado en el interior santiagueño nuevas formas de organización, como la creación de cooperativas o redes de trabajo conjunto, que permiten a los pequeños productores vender su miel a acopiadores y mantenerse dentro del circuito comercial.
Sin embargo, uno de los principales obstáculos es que muchos apicultores no alcanzan por sí solos el volumen mínimo de tambores exigido para exportar. Ante esta realidad, se vuelve clave avanzar en la tecnificación y en la organización colectiva, de modo que los pequeños productores puedan no solo participar del mercado externo, sino también conocer el destino y valor real de sus productos.
El camino hacia una apicultura más equitativa y con oportunidades para todos implica fortalecer estas estrategias asociativas y brindar herramientas para que cada apicultor, por más pequeño que sea, tenga la posibilidad de crecer y proyectarse más allá de las fronteras locales.
La producción de miel en Santiago del Estero: entre el potencial local y el aprovechamiento externo
Santiago del Estero se ubica actualmente entre el quinto y sexto lugar a nivel nacional en cuanto a producción de miel. Sin embargo, esta cifra no refleja del todo el verdadero potencial de la provincia, ya que una parte importante de la producción es aprovechada por apicultores de otras provincias que instalan sus colmenas en territorio santiagueño.
Estos productores, radicados en lugares como Córdoba o Tucumán, extraen miel en campos santiagueños y luego la comercializan como propia en sus provincias de origen. Esto distorsiona las estadísticas y hace que una parte de la producción local no sea visibilizada como tal en los registros oficiales.
Esta situación plantea la necesidad de fortalecer el registro y acompañamiento a los productores santiagueños, especialmente a los pequeños apicultores, para que puedan consolidar su presencia en el mercado y ser reconocidos por el valor real que aporta su producción al desarrollo regional.
La miel santiagueña: un producto con identidad propia gracias a la flora nativa
La producción de miel en Santiago del Estero tiene una característica distintiva que la diferencia de otras regiones del país: su origen en la rica y diversa flora nativa. Este entorno natural aún conservado le otorga a la miel santiagueña particularidades únicas en sabor, color y aroma.
A lo largo y a lo ancho de la provincia se pueden encontrar distintos tipos de miel, resultado directo de la variedad de especies vegetales presentes en cada zona. Algunas son claras, muy dulces y tienden a cristalizar rápidamente; otras, en cambio, son más oscuras, con un sabor más intenso y un aroma fuerte, asociado a plantas de monte con características más marcadas.
“El clima influye, sí, pero el gran diferencial es la flora nativa que aún se mantiene en muchas zonas del interior santiagueño. Es eso lo que le da identidad a nuestra miel”, destacan los productores locales.
Frente a la pregunta de cuál es la mejor, la respuesta es subjetiva: cada variedad tiene sus atributos, y la elección dependerá del gusto del consumidor. Lo cierto es que la diversidad florística de Santiago del Estero convierte a su miel en un producto valioso, con calidad y personalidad propias, digno de ser reconocido tanto en el mercado nacional como en el internacional.