En el programa Mañana Fantástica, Enrique Hisse dialogó con el Licenciado en Sociología y Comunicación, Ramiro Llanos Paz, sobre las características y alcances de la protesta social en Argentina. Llanos Paz, quien además realiza trabajo postdoctoral y es profesor en dos universidades, destacó que “no existe una protesta social que no esté politizada. Siempre busca transformar una situación percibida como negativa y mejorar las condiciones de vida de un grupo determinado”.

El especialista subrayó que la protesta no se limita únicamente a las calles: “La ocupación del espacio público es una herramienta central, pero también existen huelgas, visibilización mediática, asambleas, talleres y otras formas de organización colectiva que buscan un objetivo común”.
En cuanto a la legitimidad y la gobernabilidad, Llanos Paz afirmó que la protesta social no necesariamente rompe la paz social, pero señaló que los gobiernos suelen buscar mecanismos de control: “La represión, la cooptación de líderes y la deslegitimación mediática son estrategias utilizadas para desarticular la protesta y generar miedo en la población”.
El especialista explicó también el fenómeno del “pánico moral”: la exageración de un hecho aislado para estigmatizar a un grupo y presentarlo como una amenaza para la estructura moral de la sociedad. Citando ejemplos recientes, indicó cómo se manipula la percepción social para responsabilizar a los manifestantes de manera injusta: “Se puede instalar la idea de que quienes protestan son violentos o peligrosos, incluso en casos de reclamos pacíficos, como los de jubilados defendiendo sus derechos”.
“La protesta social, científicamente estudiada a través de estadísticas y análisis en Latinoamérica y el mundo, ha demostrado tener un impacto positivo. En el camino, sin embargo, existen obstáculos como la desarticulación de la protesta, el cansancio de los participantes y la represión o deslegitimación mediática. Si se logra trascender ese umbral, el umbral del cansancio, el umbral de la represión, el umbral de la deslegitimación mediática, entre otras tantas, los objetivos de alguna forma se terminan cumpliendo”, aseguró el especialista. Además, los efectos de la protesta van más allá de los objetivos materiales; el surgimiento de líderes políticos, la colectivización, la visibilización de problemas fuera de los ámbitos locales y, sobre todo, la urgencia de manifestar el malestar de la población.
El malestar es urgente y la ocupación del espacio público, la masividad y la persistencia en la protesta son formas de expresarlo. “Ustedes imagínense que mucha gente está ocupada en saber cómo va a sobrevivir, cómo pagar el alquiler, cómo pagar la luz, que además sumarle una ocupación en el espacio, en el tiempo, de su día… tener que ir a protestar, es casi un acto heroico. Sin embargo, lo hacen”, destacó. Las protestas sociales no solo sirven para reclamar soluciones inmediatas, sino también para reafirmar consensos sociales, culturales y simbólicos, conectando los reclamos locales con procesos más amplios que ocurren a nivel regional y mundial”, concluyó .