En una entrevista para el programa “Mañana Fantástica”, la Dra. Claudia Pallares y la Dra. María Belén Molina abordaron el tema del autismo desde una mirada personal y profesional, compartiendo una historia cercana que ocurre en su propio hogar.
En ese contexto, la Dra. Molina relató que es mamá de dos niños: Felipe, quien ya fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA), y Juan, que actualmente se encuentra en proceso de diagnóstico.
El autismo, o Trastorno del Espectro Autista (TEA), es una condición neurológica que afecta principalmente las habilidades sociales, la comunicación y el comportamiento. A diferencia de lo que muchas veces se cree, no se trata de una enfermedad, sino de una forma distinta de procesar la información y relacionarse con el entorno.
El diagnóstico del autismo no se basa en un único estudio, sino en una evaluación interdisciplinaria. Pediatras, neurólogos, psicólogos y otros profesionales trabajan en conjunto para observar el desarrollo de la persona y detectar posibles señales de alerta. Si bien en la mayoría de los casos el diagnóstico se da en la infancia, hay muchas personas que son diagnosticadas en la adolescencia o incluso en la adultez.
“El autismo no tiene una edad. Hay adultos que recién descubren su condición después de muchos años. Es un proceso de aprendizaje constante, no solo para la persona diagnosticada, sino también para su familia y entorno”, señaló Molina que atravesó ese camino.
Una de las principales características del autismo es la diversidad. Por eso se habla de espectro: cada persona tiene un perfil único. Algunas pueden presentar comportamientos repetitivos, hipersensibilidad sensorial o dificultades en la interacción social, mientras que otras desarrollan una vida completamente autónoma. “No hay dos personas con autismo iguales. Cada una tiene sus fortalezas y desafíos. Y eso lo aprendimos viviendo el proceso en familia, día a día”, agregó.
Desde el entorno familiar se insiste en la importancia de la comprensión social y la necesidad de derribar prejuicios. “Las personas con autismo pueden hacer muchas cosas, pero a su manera. A veces les cuesta más, pero eso no significa que no puedan”.
En tiempos en los que la inclusión es una bandera social imprescindible, entender qué es el autismo y cómo acompañar a quienes lo viven se vuelve una tarea de todos.
“La palabra condición nos salva de hablar de determinación. Cuando hablamos de condición, podemos tener ciertos recursos, y lo tenemos de hecho, que hace que las cosas puedan tomar otro curso. Cuando hablamos de determinación, uno no lo puede hacer. Sí, la palabra trastorno de por sí genera un estigma en la gente, y la condición creo que lo hace mucho más simpático. La palabra condición hace que los demás entiendan que esto no es una cuestión de consideración tampoco de respeto sino de derecho. Ahí es cuando uno empieza a entender la línea de lo que puede entender de la condición del espectro del autista y de lo que debe entender, depende quién sea”, concluyó.