Un fenómeno poco común, provocado según expertos por la falta de planificación urbana y una deforestación agresiva, está llevando a Buriticupu, una pequeña ciudad amazónica del empobrecido estado brasileño de Maranhao (noreste), a un paulatino colapso.
La ciudad, de 70.000 habitantes, sufre el avance de lo que llaman “voçorocas”, que significa “tierra rasgada” en la lengua indígena tupí-guaraní.
Son erosiones que nacen como pequeñas rajaduras en el suelo y van creciendo hasta convertirse en grandes cráteres, que vistos desde el aire parecen cañones y avanzan tragándose pedazos de la ciudad.
La tierra se tragó unas 50 casas, y más de 300 corren riesgo de colapsar, según la alcaldía.