En diálogo con El Interior Santiagueño, Romina Zanni, Técnica Superior en Educación Intercultural Bilingüe con mención en Lengua Quichua, compartió su historia y su compromiso con la preservación de una lengua que, lejos de estar desapareciendo, sigue viva en la identidad santiagueña.

Romina recordó que su acercamiento a la carrera surgió durante sus estudios universitarios.
“Yo había empezado Sociología y en la cotidianeidad de la vida me hacia mucho ruido que varios emprendimientos estén escritos en lengua quichua y me llamaba la atención no saber su significado, siendo santiagueña. Entonces decidí inscribirme en esta carrera, y ahí se abrió un mundo nuevo para mí”, explicó.
A partir de ese momento, se sumergió en un proceso de aprendizaje no solo lingüístico, sino también cultural.
“Aprender quichua, me llevó a interesarme por las realidades que vivimos los santiagueños, entender la interculturalidad y reconocer que existen otros ; el indígena, el campesino que también forman parte de nuestra identidad. Todos estamos unidos por la cultura santiagueña.”
Una carrera con sentido y compromiso
Zanni destacó que su formación le abrió numerosas puertas.
“Pude dedicarme a la investigación sobre trayectorias educativas, brindar talleres en escuelas primarias y capacitaciones docentes. También me permitió conocer distintas formas de vivir y militar la lengua quichua, que muchos creían muerta, pero que está más viva que nunca en nuestro hablar cotidiano.”
Una lengua viva en la vida cotidiana
La entrevistada reflexionó sobre los prejuicios que durante décadas afectaron el uso del quichua.
“Entre los años 50 y 80 se la prohibió por considerarla una lengua de pobres. Eso hizo que muchos no quisieran hablarla. Pero hoy, gracias a políticas que promueven su enseñanza, hay cada vez más jóvenes e infancias que entienden la lengua”, señaló.
Romina explicó que el quichua llegó a Santiago del Estero antes de la colonización, a través de vínculos comerciales con el Incario.“La lengua quichua fue una lengua general, una herramienta de comunicación entre las comunidades indígenas y el Incario. Las evidencias arqueológicas, como las puntas de flechas metálicas, muestran ese intercambio cultural y comercial.”
Además, subrayó cómo el idioma está presente en expresiones cotidianas.“Palabras como pupo (ombligo), chaki (pie), luma (cabeza) o frases como tanto tiempo chincanqui (cuánto tiempo sin verte) forman parte de nuestro hablar diario, aunque muchos no sepamos que son quichuas”.
Desafiar prejuicios y valorar lo nuestro
Durante su participación en la última Feria del Libro de Santiago del Estero, Zanni coordinó un taller sobre prejuicios lingüísticos, donde invitó a reflexionar por qué muchas personas priorizan estudiar lenguas extranjeras antes que aprender una lengua originaria.“A veces se sobrevalora el inglés y se deja de lado lo propio. El quichua es parte de nuestra identidad y aún tiene muchos hablantes, y que puede estudiarse en una universidad pública, gratuita y nacional”, destacó.
Un futuro de nuevas oportunidades
Su compromiso con la lengua también la llevó a participar en proyectos internacionales.
“Un investigador peruano me convocó junto a otros compaleros para colaborar con un proyecto de traducción de lenguas indígenas, aportando nuestras voces al traductor de Google. Además, estoy postulada a una convocatoria en Rusia, esperando novedades”, contó entusiasmada.
Romina cerró la entrevista con una frase que sintetiza su pasión y su misión.
“Ojalá podamos quichuisar el mundo. Que todos hablemos quichua, porque es parte de lo que somos.”