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DERLIN CHÁVEZ, EL SOGUERO DE LORETO QUE MANTIENE VIVO UN ARTE ANCESTRAL

En Loreto, tierra de tradiciones, todavía resuenan los ecos de un oficio que resiste al paso del tiempo. Derlin Chávez, reconocido artesano soguero, dedica su vida a trabajar el cuero crudo con técnicas tradicionales heredadas de su padre y de los hombres de campo de otras épocas.

“Soy artesano soguero en cuero crudo, con técnicas tradicionales. En mi caso trabajo la categoría soga fina, que se utiliza mucho para desfiles y presentaciones. Todo el proceso lo hacemos sin productos químicos: el cuero se prepara de manera natural, con tierra, grasa y paciencia”, explicó Chávez en diálogo con El Interior Santiagueño.

Su taller no solo conserva un saber ancestral, sino que también lo transforma en piezas únicas. Juegos de bozales, riendas, cabezadas, boleadoras y cuchillos encabados forman parte de sus creaciones. “Más de 30 años que vengo con esto, desde chico. Nací y me crié en el campo, donde cada hombre preparaba sus propias sogas porque era una necesidad. Hoy lo continúo como medio de vida”, relató.

El apellido Chávez se ha convertido en sinónimo de tradición en Loreto. Su madre es telera y su padre también fue soguero, por lo que el arte familiar se transformó en un emprendimiento que con esfuerzo logró trascender fronteras. “Empezamos vendiendo en la plaza de Loreto, luego en ferias en Santiago, en el Mes de la Ciudad, y de ahí fuimos creciendo. Estuve en Cosquín, en el Festival del Poncho, en Palermo. Gracias a Dios hoy puedo vivir de esto junto a mi familia”.

Sin embargo, Chávez reconoce que el oficio enfrenta una dura realidad: el desinterés y la pérdida de valor cultural. “Hoy en los desfiles gauchos se ve mucho material sintético, piolas, hilos, y eso hace que se pierda lo nuestro. Hay muy poco interés, no sé si por lo económico o por desconocimiento. Lamentablemente, aquí en la zona se está perdiendo mucho”, lamentó.

Pese a ello, Derlin Chávez continúa apostando por la preservación de su arte, llevando su trabajo a ferias nacionales y encontrándose con otros sogueros de la provincia. Su compromiso lo convierte en un guardián de una tradición que se resiste a desaparecer.

“Esto que empezó como una travesura terminó siendo mi medio de vida. Y mientras pueda, voy a seguir defendiendo este oficio que nos identifica como santiagueños”, concluyó con orgullo.