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ANÁLISIS DE LA MASACRE EN VILLA CRESPO

Este miércoles, un trágico hallazgo sacudió al barrio porteño de Villa Crespo: una familia fue encontrada sin vida en su departamento. La noticia generó una profunda conmoción en todo el país, que se intensificó cuando las primeras hipótesis de la investigación apuntaron a Laura Fernanda Leguizamón como la principal sospechosa de haber perpetrado el crimen, antes de quitarse la vida. En ese sentido, el médico especialista en psiquiatría Dr. Gastón Noriega brindó un análisis profesional sobre los posibles factores que podrían haber influido en el accionar de la autora del hecho, una mujer que habría estado atravesando un brote psicótico.

“El diagnóstico probablemente sea esquizofrenia o algún otro trastorno psicótico, como el trastorno delirante. Pero lo importante es entender que este tipo de episodios, aunque graves, son poco frecuentes y suelen estar relacionados con el abandono del tratamiento”, aclaró el especialista.

Noriega fue enfático al señalar que la mayoría de las personas diagnosticadas con esquizofrenia pueden llevar vidas adaptadas y cercanas a la normalidad, siempre y cuando estén bajo tratamiento. “Es clave aclarar que no hay que tenerle miedo a una persona por tener un diagnóstico psiquiátrico. El problema aparece cuando se suspende la medicación, cuando no hay un entorno que pueda garantizar la continuidad del tratamiento”, explicó.

Sobre las posibles motivaciones detrás del hecho, el doctor detalló que, en contextos de psicosis, las personas pueden experimentar delirios —creencias falsas e inamovibles— y alucinaciones auditivas. “Pueden creer, por ejemplo, que alguien quiere hacerles daño, o que ellos deben proteger a sus seres queridos a través de actos extremos, como liberarlos del sufrimiento. Y aunque eso parezca incomprensible para nosotros, para ellos es totalmente real”, señaló. “Intentar convencerlos con argumentos no funciona, porque su percepción está completamente alterada”.

En ese sentido, el especialista subrayó la importancia de la intervención temprana: “Cuando detectamos comportamientos extraños —personas que dicen escuchar voces, hablar de seres sobrenaturales o tener ideas sin sentido lógico—, debemos acudir cuanto antes a un equipo de salud mental. Cuanto más temprano se inicia el tratamiento, mejores son los resultados y menores los riesgos”.

Noriega remarcó que la esquizofrenia es una enfermedad crónica, como la hipertensión o la diabetes, y que debe ser tratada de forma continua. “No es una enfermedad sobrenatural ni de otro mundo. Pero si el paciente abandona la medicación, y más aún si su enfermedad le hace pensar que el tratamiento le hace mal, entonces se entra en una zona de riesgo. En esos casos, la participación de la familia, el sistema de salud y, cuando es necesario, de la justicia, es fundamental”.

Según comentó, tiene entendido que la mujer fallecida y considerada autora del hecho  estaba en tratamiento pero lo habría abandonado. “Si la persona se niega a recibir ayuda y no hay forma de convencerla, debe intervenir la justicia, porque en esas condiciones no puede decidir por sí misma qué es lo mejor. El Estado debe garantizar el acceso al tratamiento, incluso en contra de la voluntad del paciente, si eso significa proteger su vida y la de los demás”.

Consultado sobre la agresividad y violencia expresada en este episodio, el doctor Noriega sostuvo: “Es muy difícil saber exactamente qué pasaba por su mente. Por la nota que dejó, pareciera que creía que estaba salvando a sus hijos o evitando algo peor. Todo indica que había ideas delirantes y probablemente también alucinaciones auditivas que condicionaron su accionar. Nadie se imaginaba este desenlace, aunque ya había señales de que no se encontraba bien. El gran desafío es actuar a tiempo, cuando esas señales aparecen”.

Por último, el especialista destacó la necesidad de derribar prejuicios: “La mayoría de los pacientes psiquiátricos no representan un peligro. Lo que genera estas tragedias es el aislamiento, el estigma, y sobre todo, el abandono del tratamiento. Debemos ayudar, no juzgar”.

“Muchas veces persisten prejuicios en torno a las internaciones y a los tratamientos en salud mental. Existe la creencia errónea de que quien realiza un tratamiento psiquiátrico está “loco” o que está mostrando una debilidad. Esto hace que muchas personas sientan vergüenza o miedo de buscar ayuda, dificultando el acceso oportuno a la atención.”

“Desde el punto de vista de la familia, la situación también es muy compleja. Convivir con un ser querido que atraviesa una crisis psiquiátrica puede ser sumamente difícil. Y muchas veces, por amor, por miedo o por culpa, se retrasa la toma de decisiones que podrían salvarle la vida.”

“En los casos más graves, cuando una persona presenta ideas delirantes, alucinaciones o comportamientos que ponen en riesgo su integridad o la de quienes la rodean, es necesario actuar judicialmente. Esto significa que, por ejemplo, un esposo o una esposa puede verse en la dolorosa situación de tener que denunciar a su pareja para que la justicia autorice una internación involuntaria. No se trata de hacerle daño, sino de protegerla, incluso de sí misma.”

“El problema es que muchas veces ese proceso se dilata. La familia tarda en tomar la decisión, se pierden tiempos valiosos para el diagnóstico y el tratamiento, y eso puede empeorar el cuadro. Además, una vez que la persona comienza a tratarse, el proceso no siempre es rápido ni lineal. La recuperación puede ser lenta, y mientras tanto, la familia debe seguir conviviendo con la situación y con la carga emocional de haber sido quienes impulsaron la internación. A veces, incluso, el paciente puede volcar su enojo hacia sus propios familiares, lo que genera nuevas tensiones.”

“Por eso, es fundamental que el equipo terapéutico trabaje en conjunto con la familia. Es importante explicar los riesgos, las alternativas y acompañar cada decisión, sabiendo que ninguna de ellas es fácil. A veces se recurre a estrategias como llevar a la persona a una consulta sin informarle previamente sobre la posible internación, o directamente se hace una denuncia judicial para que el juez emita una orden y la policía actúe. En cualquiera de los casos, el impacto emocional en la familia es enorme y necesita contención.”

“En conclusión, los tratamientos en salud mental deben ser comprendidos como parte de un proceso de cuidado, no como un castigo ni como un signo de debilidad. La familia, lejos de ser enemiga, es un pilar fundamental en el tratamiento, pero también necesita acompañamiento y orientación. Hablar de estos temas con claridad, sin estigmas, es el primer paso para que las personas puedan acceder a la ayuda que necesitan y que sus seres queridos puedan protegerlos con responsabilidad, amor y respaldo profesional.”