En el marco del movimiento Ni Una Menos, la Dra. Claudia Pallares y la Dra. María Martha Coronel Gallardo reflexionaron en su columna sobre un interrogante clave: ¿Por qué es importante denunciar?
Ambas profesionales coincidieron en que aún queda mucho por hacer en materia de concientización. “Muchas mujeres sienten miedo al momento de denunciar, debido a las represalias que pueden sufrir. Los agresores suelen utilizar amenazas como ‘si me denunciás, te voy a matar’, ‘te voy a quitar a los chicos’ o ‘no te voy a pasar la manutención’”, explicaron.
Señalaron que, lamentablemente, la violencia sigue ejerciéndose mediante el control, la manipulación y el miedo, perpetuando la idea de que no está bien denunciar. A eso se suma la desconfianza en las instituciones, lo que desalienta aún más a las víctimas a dar el paso.
“Datos recientes y alarmantes indican que en Argentina ocurre un femicidio cada 36 horas. Una denuncia puede salvar una vida, no solo de la víctima directa, sino también de su entorno. Hoy, la violencia se sigue utilizando como forma de castigo”, advirtieron.
También destacaron que, aunque el sistema no siempre da una respuesta inmediata, denunciar es fundamental para visibilizar, frenar y desnaturalizar la violencia.
¿Por qué muchas mujeres no denuncian?
Las especialistas mencionaron varios factores que dificultan la denuncia:
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Dependencia económica
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Miedo al agresor
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Negación o normalización de la violencia
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Dependencia emocional
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Falta de redes de apoyo
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Presión o complicidad familiar
¿Por qué es clave denunciar a tiempo?
Si bien reconocieron que se ha avanzado mucho en materia legal y de asistencia, también remarcaron que falta camino por recorrer. “No basta con denunciar, hay que identificar los signos de violencia desde el noviazgo, porque muchas veces comienzan ahí y se intensifican con el tiempo”, señalaron.
Recordaron que la violencia no es solo física o económica, también puede ser emocional, simbólica o psicológica. Por eso, recalcaron:
“La denuncia representa un punto de inflexión. Es protegerse, reconocerse como víctima, romper el silencio. Y, sobre todo, es clave que el entorno acompañe, escuche y crea.”