La reestructuración encabezada por la vicepresidenta del Senado, Victoria Villarruel, desata controversias y situaciones insólitas en la Cámara alta debido a la falta de despachos para legisladores entrantes y llaves extraviadas.
El Senado argentino se convierte en escenario de tensiones y conflictos a raíz de una reorganización encabezada por Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Cámara alta, quien, ante la carencia de oficinas para legisladores recién llegados, solicitó a María Laura Izzo, secretaria administrativa, el desalojo de 12 despachos cuyos ocupantes no entregaron las llaves correspondientes.
La resolución 1209/23 emitida el pasado viernes revela una renovación en la Cámara alta, señalando que “los senadores con mandato cumplido no han restituido en debida forma los despachos asignados para el ejercicio de sus funciones parlamentarias antes del 10 de diciembre”.
Sin embargo, esta medida no abarca a todos los exlegisladores, algunos de los cuales aún no han encontrado nuevo destino para sus oficinas. En este escenario, se refugiaron en las conocidas “cuevas”, especialmente una del primer piso vinculada al sector kirchnerista, generando tensiones en la distribución de espacios.
La resolución de Izzo pretende una distribución equitativa de despachos y oficinas para optimizar el espacio físico en el Senado, pero la entrega de llaves a legisladores entrantes por parte de sus predecesores se ha convertido en un punto de conflicto, incluso con casos donde estas han sido entregadas a terceros de manera personal.
La resolución establece un plazo de veinticuatro horas para la entrega de despachos y oficinas, detallando los espacios del Palacio y del Anexo que deben ser desocupados.
Este inusual enfrentamiento por despachos y llaves extraviadas en el Senado argentino refleja una transición complicada entre legisladores, impactando directamente en el normal desenvolvimiento de la labor parlamentaria en un momento crucial para el país.